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domingo, 9 de noviembre de 2014

José María Zonta.

Yo no sé cuántas feromonas hay en una gota de sudor, en una gota de ti, en una gota de nosotros, pero calculo que suficientes para parar un tren. Con una ventaja: esa gota de sudor se puede oler y beber, o untar con el dedo sobre la piel, o contemplarla caer convertida en brillo sobre la lámpara.

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