Seguidores
lunes, 25 de junio de 2012
sábado, 16 de junio de 2012
No puedes darte prisa. No podéis despegaros el uno del otro. Solo queréis llorar. Cerrar los ojos y permanecer en ese estado indefinido de irrealidad.
El tiempo destinado para vosotros ha concluido. No volverá. No hay nada que se pueda hacer. Ya lo habéis hablado. No habrá lágrimas; las cosas son como son.
Quizá en otra época, en otro lugar... Pero vosotros no habéis decidido dónde nacer, a quién o a qué pertenecer. Solo habéis decidido amaros, a pesar de las dificultades.
Aun sabiendo que tarde o temprano este día llegaría, tal como lo ha hecho, ejerciendo una prisa que impide una despedida a la luz del sol y niega la promesa de un pronto retorno.
Esta vez el viaje es una sola dirección.
El tiempo destinado para vosotros ha concluido. No volverá. No hay nada que se pueda hacer. Ya lo habéis hablado. No habrá lágrimas; las cosas son como son.
Quizá en otra época, en otro lugar... Pero vosotros no habéis decidido dónde nacer, a quién o a qué pertenecer. Solo habéis decidido amaros, a pesar de las dificultades.
Aun sabiendo que tarde o temprano este día llegaría, tal como lo ha hecho, ejerciendo una prisa que impide una despedida a la luz del sol y niega la promesa de un pronto retorno.
Esta vez el viaje es una sola dirección.
Podrías haber desafiado al peligro y decidido quedarte.
O podrías no haber ido nunca.
Te habrías evitado la lluvia, la maldita lluvia que se empeña en enmarcar los momentos más tristes de tu vida.
No sufrirías esta noche tan negra.
Las gotas rebotan en los cristales de la ventana.
Y ella...
Podría no haberse fijado en ti cuando sabía que era mejor no hacerlo.
No sufriría esta noche de claridad intermitente y cruel.
La lluvia mansa y apacible se pega a los objetos y se desliza suavemente como las lágrimas, impregnando el ambiente de una contagiosa melancolía.
O podrías no haber ido nunca.
Te habrías evitado la lluvia, la maldita lluvia que se empeña en enmarcar los momentos más tristes de tu vida.
No sufrirías esta noche tan negra.
Las gotas rebotan en los cristales de la ventana.
Y ella...
Podría no haberse fijado en ti cuando sabía que era mejor no hacerlo.
No sufriría esta noche de claridad intermitente y cruel.
La lluvia mansa y apacible se pega a los objetos y se desliza suavemente como las lágrimas, impregnando el ambiente de una contagiosa melancolía.
Esta noche os amaréis con desesperación porque sabéis que va a ser la última noche que pasaréis juntos. Nunca más volveréis a veros.
Os acariciaréis y os besaréis tan intensamente como solo lo pueden hacer dos personas angustiadas, intentando impregnarse mediante el sabor y el tacto de la esencia del otro.
Os acariciaréis y os besaréis tan intensamente como solo lo pueden hacer dos personas angustiadas, intentando impregnarse mediante el sabor y el tacto de la esencia del otro.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)