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domingo, 30 de marzo de 2014

Andrés Caicedo.

 
Olvídate de que podrás alcanzar alguna vez lo que llaman “normalidad sexual”, ni esperes que el amor te traiga paz. El sexo es el acto de las tinieblas y el enamoramiento la reunión de los tormentos.

John Green.

Quizás haya algo que tienes miedo de decir o alguien a quién tienes miedo de amar o un lugar al que tienes miedo de ir. Eso va a dolerte, va a dolerte porque te importa.

Charles Dickens.

 
No está en mi naturaleza ocultar nada, no puedo cerrar mis labios cuándo he abierto mi corazón.

sábado, 29 de marzo de 2014

 
Ni tan cerca porque me matas, 
Ni tan lejos porque me muero.

Al lado del camino - Fito Paez.

Nadie nos prometió un jardín de rosas, hablamos del peligro de estar vivos.

Alejandra Florez.

El día pasa más rápido cuando no me dedico a esperar alguna señal que me demuestre que piensas en mí.

¿En qué miedo descubriste que eras valiente?
 
A los recuerdos que no dejan vivir, lo mejor es dejarlos morir.

Y se dio cuenta de que había pasado demasiado tiempo desde la última vez que había sentido un instante de felicidad pura y simple.

Baila, baila, baila. – Haruki Murakami.

Dentro de poco me encontraré en alguna parte con otra mujer, me dije. Nos atraeremos de forma natural, como dos astros errantes. Entonces volveremos a esperar en balde un milagro, perderemos el tiempo, desgastaremos nuestros corazones y nos despediremos.

 
Tengo ganas de quererte, muy suave y despacito.

Denise Márquez.

Hola, volví para que me duelas otra vez.

Se cree tímida, 
pero no sabe ni quiere estarse quieta.
Es que teme ser libre, pero no admite ataduras.
Salvo algunas noches, 
cuando su espalda vuelve a ser montura
y me ofrece el animal más bello del planeta.
 
La profundidad de la herida dependerá del tiempo que llevamos amando al dueño del cuchillo.

Miguel Hernández.

Donde voy, con las mujeres
y con los hombres me encuentro,
malheridos por la ausencia,
desgastados por el tiempo.

Luis Nava.

Y despertar en su brazos se volvió una realidad 
que seguía pareciendo un sueño.

Ana Salguero & Pablo Roche.

Aquel hombre era el mejor vendedor de ilusiones que se había conocido. 
Siempre cobraba en afectivo.

Almudena Pascual.

Las arrugas en sus sábanas 
se convirtieron en testigos silenciosos 
de la inquietud de su sueño.

viernes, 28 de marzo de 2014

Lorena Cianciulli.

A ella le faltaba el aliento, 
mientras él buscaba otros aires.

Juan Carlos Carreño.

Una esquina de su boca 
cambió mi lugar en el mundo.

Lorena Cianciulli.

Para refrescar su amor, ellos habrían de encontrarse en el punto más frío de aquel caluroso pueblo.

Turgueniev.

Y tal vez, él solo haya sido creado para estar siquiera un instante al lado de tu corazón.

Irene Bello.

Se miró en un espejo 
que sólo reflejaba el alma de la persona. 
Gritó de terror.
Sí, me quería. 
Pero, ya sabes, 
con un amor de ortopedia.
Ella siempre ha sido de guardar trocitos de mundo. Pero, lo que no sabía, es que el mundo se rompía cada vez que se marchaba.

Vicente Luis Mora.

Sentarse junto a ella mientras duerme, mirarla; esperar a que empiece la película muda de sus sueños.

Daniela Romero.

Él se llamaba "tiempo" y ella "espera". Ninguno de los dos tuvo funeral.

Valentina Semtei.

¡Lo tengo! -dijo el cerdito- 
Construiré mi casa de cuentos sin lobos feroces 
y será el fin de la historia.

lunes, 24 de marzo de 2014

"Hay muchos hombres", dijo Bella, "que son peores monstruos que tú, y yo te prefiero a pesar de tu aspecto…"

Pablo Neruda.

Podrán cortar las flores,
pero no podrán detener la primavera.
Te quería como el que se rasca la herida o se arranca las costras. Como aquel que no sabe hasta cuándo va a ser sano perpetuar la adicción a tu boca. Como aquel atardecer tan bonito que hace llorar, o como ese no puedo más pero voy a seguir, por si acaso. Por si al final vale la pena intentarlo, aunque las segundas partes nunca fueron buenas, y mucho menos las terceras, en las que ya a veces me olvido de qué era lo que me ataba a ti. La soledad, recuerdo. Y si el mundo gira tan rápido, nunca dejes que lo haga lo suficiente como para dejarnos atrás. Cualquier lugar me parece un andén sacado del contexto de esperarte. Seremos esa necesidad de que alguien nos necesite. De que alguien nos lo necesite todo, incluso esos defectos que seguimos manteniendo por si algún día son lo único que tenemos. Estaremos jugando demasiado mal, o violentamente, a dedicarle demasiada importancia a los domingos. Ojalá entendieses que hay tormentas que no calan, pero que hacen temblar. Que hay falsas esperanzas que siguen manteniéndonos vivos. Si ya por saber sólo sé las lecciones que nunca me enseñaron tus labios. Y ese mantener el equilibrio mientras corro por la delgada linea que separa el tocar fondo de sentirme libre. Qué desastre más bonito el no saber qué hacer mañana, si sobrevivir o esperar a que tu ausencia me de la extremaunción.
Señor, quiero darle un beso de esos que hacen olvidar cómo se respira…

En un mundo de grises.

Eran dos personas con sus ojos buscando mirar algo que les hiciese brillar, y con sus bocas sedientas de decir poesía y callarse con un beso. Personas con sus brazos fríos sin algún cuerpo al que agarrarse, y sus manos vacías si nadie que las cogiera al caminar por la calle. Eran personas con las lágrimas cayéndoles adentro, porque llevaban mucho tiempo evitando gritar. “¿A quién le gustan los ruídos fuertes?”, pensaban. Y se callaban. Eran personas-andenes, de esas a las que llegan trenes que a veces están vacíos, pero nunca dejaban de esperar. Tenían una sonrisa para llorar sin que nadie se diese cuenta, y otra para cuando estaban solos y sacaban a pasear las cicatrices. De noche soñaban un poco antes de dormirse, y miraban por la ventana, cerraban los ojos, apretaban los dientes. Se convertían en invierno cuando algún silencio les recordaba que estaban solos. Y buceaban hasta tocar el fondo de ellos mismos, creyendo encontrar respuestas allí adonde sólo parecía haber muerte. Miraban las agujas del reloj moverse, tan quietos, y las horas se pasaban volando como esos aviones surcando el cielo en los que deseban marcharse lejos. Lejos, como si uno pudiese escapar lo suficiente llevándose con él a uno mismo. Eran dos personas como esas a las que ves por la calle, pero no miras. Dos personas de esas que dicen que todo va bien mientras se están derrumbando. Dos personas, en definitiva, como nosotros.

Te amo y te amaré hasta que me muera, y si hay una vida después de ésta, 
te amaré también entonces.
Y sé que crees que simplemente quiero estar contigo para demostrarte el monstruo que soy. Pero sé con certeza que, incluso aunque haya sangre de demonio en mi interior, también albergo sangre humana. Y no podría amarte como lo hago si no fuese al menos un poquito humano. Porque los demonios desean, pero no aman.
 

Carolina.

Se llamaba Carolina, y era tan dulce como aquella canción de Neil Diamond. No era la más guapa, pero era de esas que te inspiran las poesías más bonitas. Porque no importaban de qué color eran sus ojos, sino sólo que, cuando te miraban, tenías la sensación de estar a diez mil kilómetros de los problemas. Y yo quería ser ermitaño en su cuerpo. Retirarme allí a donde sólo me preocupase alimentarme de su boca. Porque Carolina detenía el tiempo y lo aceleraba. Porque Carolina siempre llegaba demasiado tarde, aunque llegase antes de lo acordado. Y sucedió como suceden las cosas que no se improvisan, con esa magia que tiene lo inolvidable. Carolina llegó un lunes por la tarde, con una de esas sonrisas que le dan un sentido a todo. Tenía pecas y el pelo rizado. Tenía las piernas largas como trampolines. Y cuando Carolina fumaba, cerraba los ojos, como si estuviese besando algún recuerdo. Yo me quedaba mirándola, como cuando uno ve una estrella fugaz y pide un deseo. “Acércate más, Carolina. Mírame, sonríe, dime que me echas de menos”. Y cuando me abrazaba con todas sus fuerzas, como si quisiera romperme, me iba arreglando. La tocaba. Lentamente la tocaba, mi mano iba andando por su piel como cuando uno camina disfrutando de un atardecer. Lentamente. Relamiendo cada centímetro como si estuviese descubriendo un nuevo planeta. Y luego hacíamos el amor. Y lo deshacíamos. Y lo volvíamos a hacer. Y así, porque no todas las rutinas matan tanto.
El mundo te romperá el corazón de todas las formas imaginables, eso está garantizado. Y yo no puedo explicarlo, como tampoco la locura que llevo dentro y la que llevan los demás.
Y si... ¿Te casas conmigo? Quizá no ahora, quizá cuando hayas vivido lo que tú llamas “libertad”, cuando hayas besado a medio mundo, cuando hayas viajado con amigos y hayas bailado en las mejores fiestas, no te pido que aceptes casarte ahora, pues quiero que seas “feliz”, estoy dispuesto a esperarte la vida entera hasta que estes cansada, cansada de tu vida tan loca y absurda, cuando quieras que alguien te abrace y te tome de la mano frente al mar, cuando quieras viajar a países y conocer las diferentes vistas desde los puntos más altos, cuando quieras que alguien te mire y te diga lo bella que te ves, cuando quieras casarte yo seré feliz y te prometo que haré hasta lo imposible porque lo que vives ahora sólo sea el inicio de tu felicidad.

domingo, 23 de marzo de 2014

Necesitas límites mentales. Necesitas no esperar. Necesitas no esperar nada de los demás. Necesitas no traficar con tu dolor. Necesitas orgullo y soledad. Necesitas orden. Necesitas poesía.

Me gusta ella porque lleva un ángel en su sonrisa y mil demonios en su cabeza.

jueves, 20 de marzo de 2014

Uriel Ledesma.

No todo lo que te cubre es noche;
a veces son mis sombras espiándote,
a veces es tinta sobrante,
no todo lo que te cubre es noche,
a veces soy yo, esperándote.
Cálmate, solo es la vida, ya se te pasará.
Somos alguien, algo dispersos, vulnerables, somos reverso o la imagen de un universo inestable.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Las despedidas son bien bonitas, lo que mata es el abandono. El portazo, la mesilla sin nota, el ''no estoy, pero todavía no me he ido.''

lunes, 10 de marzo de 2014

Ernesto Sábato.

Creo en los cafés, en el diálogo, creo en la dignidad de las personas, en la libertad. Siento nostalgia, casi ansiedad de un Infinito, pero humano, a nuestra medida.

Jorge Luis Borges.

Tu materia es el tiempo,
el incesante tiempo.
Eres cada solitario instante.

"En las cimas de la desesperación" de Emil Cioran.

Solamente son felices quienes no piensan nunca, es decir, quienes no piensan más que lo estrictamente necesario para sobrevivir. El pensamiento verdadero se parece a un demonio que perturba los orígenes de la vida, o a una enfermedad que ataca sus raíces mismas. Pensar continuamente, plantearnos problemas capitales a cada momento y experimentar una duda permanente respecto a nuestro destino; estar cansado de vivir, agotado hasta lo inimaginable a causa de nuestros propios pensamientos y de nuestra propia existencia; dejar tras de sí una estela de sangre y de humo como símbolo del drama y de la muerte de nuestro ser —equivale a ser desgraciado hasta el punto de que el problema del pensamiento nos da ganas de vomitar y la reflexión nos parece una condena.

Pero la oscuridad está bien. No te ciega, no te hace creer que el mundo es de colores.

Jaime Sabines.

¿Qué puedo hacer, Tarumba,
si no soy santo, ni héroe, ni bandido,
ni adorador del arte,
ni boticario,
ni rebelde?
¿Qué puedo hacer si puedo hacerlo todo
y no tengo ganas sino de mirar y mirar?

Neil deGrasse Tyson.

Pasamos el primer año de la vida de un niño enseñándole a caminar y escribir, 
y el resto de su vida a guardar silencio y sentarse.
Algo no funciona bien.
Lo desconocido no es siempre lo más temible. La gente que mejor te conoce puede suponer un peligro mayor, porque las pabras que dicen y las cosas que piensan tienen el riesgo no solo de dar miedo, sino también de ser verdad.
Quizá estar vivo sea esto: perseguir instantes que mueren.

Jaime Jaramillo Escobar.

Me han dicho
—a modo de crítica—
que vivo en la luna.
Les he dicho
—a modo de crítica—
que viven en la Tierra.

La viuda vació el reloj de arena y lo llenó con sus cenizas. Así él seguiría ocupando todo su tiempo.

sábado, 8 de marzo de 2014

A. Jodorowsky.

Los pájaros nacidos en jaulas 
creen que volar es una enfermedad.
Las únicas mujeres que valen realmente la pena, son aquellas que si quieren la luna, se la bajan ellas solas.
Independientes, les dicen.

Le conté a un pajarito, Denise Márquez.

A veces no sé cómo conversar contigo, es como invitarte a tomar un café y no tener siquiera agua caliente, además de que no me gusta el café.

Charles Bukowski.

Me levanté y fui hacia el jodido cuarto de baño. Odiaba mirarme en aquel espejo pero lo hice. Ví depresión y derrota. Unas bolsas oscuras debajo de mis ojos. Ojitos cobardes, los ojos de un roedor atrapado por un jodido gato.


A veces el cariño es una mala hierba y no por eso deja de ser cariño.
No sé si sus besos son antídoto o veneno. Quizás sean ambos, pues cuando quieren curan, y cuando quieren matan.
Siempre recuerde, tras la puerta cerrada, le esperan mis brazos abiertos.
Me enamoro de todo, y también odio a todo. Es muy difícil ser un misántropo y romántico.

Aleteo con las manos en el agua.

Hace mucho, mucho  tiempo  donde antes pasaba un río  existió una extraordinaria montaña que tenía un ojo en el centro de su corazón.
Desde el ojo, que parecía de piedra caían letras de agua,  pero nadie las entendía si algo decía hasta que nació un niño callado, que aprendió a caminar al borde mismo del río, entre filas incontables de sauces y se dedicó a observar.

Carlos Spes.

Me enamoré de una mujer que no solía arreglarse como si tuviera una fiesta a diario. No, fue diferente. Me enamoré de una mujer que no suele importarle qué tan arreglada está, de ese tipo de mujeres que prefiere media hora de sueño antes que media hora de rituales inservibles; de ese tipo de mujeres que cuando le dices que son hermosas, no te cree. Fue extraño, (si se le puede decir así), ver tanta belleza, tanto orden que desestabilizó mis desorden. Sus destinos vencieron mis casualidades. Sus haz terminaron con mis yo nunca.
Me enamoré de una mujer que no solía arreglarse demasiado, y la veía jodidamente hermosa de todos modos. Lo hice porque me gusta ese pequeño segundo en el que mi corazón deja de latir y revive, como si de una resucitación se tratase , cuando es un día especial la veo con un vestido de noche, maquillada y esperando mi urgente arribo.