Olvídate de que podrás alcanzar alguna vez lo que
llaman “normalidad sexual”, ni esperes que el amor te traiga paz. El
sexo es el acto de las tinieblas y el enamoramiento la reunión de los
tormentos.
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domingo, 30 de marzo de 2014
John Green.
Quizás haya algo que tienes miedo de decir o alguien a quién tienes miedo de amar o un lugar al que tienes miedo de ir. Eso va a dolerte, va a dolerte porque te importa.
sábado, 29 de marzo de 2014
Alejandra Florez.
El día pasa más rápido cuando no me dedico a esperar alguna señal que me demuestre que piensas en mí.
Baila, baila, baila. – Haruki Murakami.
Dentro de poco me encontraré en alguna parte con otra mujer, me dije. Nos atraeremos de forma natural, como dos astros errantes. Entonces volveremos a esperar en balde un milagro, perderemos el tiempo, desgastaremos nuestros corazones y nos despediremos.
Miguel Hernández.
Donde voy, con las mujeres
y con los hombres me encuentro,
malheridos por la ausencia,
desgastados por el tiempo.
viernes, 28 de marzo de 2014
Vicente Luis Mora.
Sentarse junto a ella mientras duerme, mirarla; esperar a que empiece la película muda de sus sueños.
Valentina Semtei.
¡Lo tengo! -dijo el cerdito-
Construiré mi casa de cuentos sin lobos feroces
y será el fin de la historia.
lunes, 24 de marzo de 2014
Te quería como el que se rasca la herida o se arranca las costras. Como
aquel que no sabe hasta cuándo va a ser sano perpetuar la adicción a tu
boca. Como aquel atardecer tan bonito que hace llorar, o como ese no
puedo más pero voy a seguir, por si acaso. Por si al final vale la pena
intentarlo, aunque las segundas partes nunca fueron buenas, y mucho
menos las terceras, en las que ya a veces me olvido de qué era lo que me
ataba a ti. La soledad, recuerdo. Y si el mundo gira tan rápido, nunca
dejes que lo haga lo suficiente como para dejarnos atrás. Cualquier
lugar me parece un andén sacado del contexto de esperarte. Seremos esa
necesidad de que alguien nos necesite. De que alguien nos lo necesite
todo, incluso esos defectos que seguimos manteniendo por si algún día
son lo único que tenemos. Estaremos jugando demasiado mal, o
violentamente, a dedicarle demasiada importancia a los domingos. Ojalá
entendieses que hay tormentas que no calan, pero que hacen temblar. Que
hay falsas esperanzas que siguen manteniéndonos vivos. Si ya por saber
sólo sé las lecciones que nunca me enseñaron tus labios. Y ese mantener
el equilibrio mientras corro por la delgada linea que separa el tocar
fondo de sentirme libre. Qué desastre más bonito el no saber qué hacer
mañana, si sobrevivir o esperar a que tu ausencia me de la
extremaunción.
En un mundo de grises.
Eran dos personas con sus ojos buscando mirar algo que les hiciese
brillar, y con sus bocas sedientas de decir poesía y callarse con un
beso. Personas con sus brazos fríos sin algún cuerpo al que agarrarse, y
sus manos vacías si nadie que las cogiera al caminar por la calle. Eran
personas con las lágrimas cayéndoles adentro, porque llevaban mucho
tiempo evitando gritar. “¿A quién le gustan los ruídos fuertes?”,
pensaban. Y se callaban. Eran personas-andenes, de esas a las que llegan
trenes que a veces están vacíos, pero nunca dejaban de esperar. Tenían
una sonrisa para llorar sin que nadie se diese cuenta, y otra para
cuando estaban solos y sacaban a pasear las cicatrices. De noche soñaban
un poco antes de dormirse, y miraban por la ventana, cerraban los ojos,
apretaban los dientes. Se convertían en invierno cuando algún silencio
les recordaba que estaban solos. Y buceaban hasta tocar el fondo de
ellos mismos, creyendo encontrar respuestas allí adonde sólo parecía
haber muerte. Miraban las agujas del reloj moverse, tan quietos, y las
horas se pasaban volando como esos aviones surcando el cielo en los que
deseban marcharse lejos. Lejos, como si uno pudiese escapar lo
suficiente llevándose con él a uno mismo. Eran dos personas como esas a
las que ves por la calle, pero no miras. Dos personas de esas que dicen
que todo va bien mientras se están derrumbando. Dos personas, en
definitiva, como nosotros.
Te amo y te amaré hasta que me muera, y si hay una vida después de ésta,
te amaré también entonces.
Y sé que crees que simplemente quiero estar contigo para demostrarte el monstruo que soy. Pero sé con certeza que, incluso aunque haya sangre de demonio en mi interior, también albergo sangre humana. Y no podría amarte como lo hago si no fuese al menos un poquito humano. Porque los demonios desean, pero no aman.
Y sé que crees que simplemente quiero estar contigo para demostrarte el monstruo que soy. Pero sé con certeza que, incluso aunque haya sangre de demonio en mi interior, también albergo sangre humana. Y no podría amarte como lo hago si no fuese al menos un poquito humano. Porque los demonios desean, pero no aman.
Carolina.
Se llamaba Carolina, y era tan dulce como aquella canción de Neil
Diamond. No era la más guapa, pero era de esas que te inspiran las
poesías más bonitas. Porque no importaban de qué color eran sus ojos,
sino sólo que, cuando te miraban, tenías la sensación de estar a diez
mil kilómetros de los problemas. Y yo quería ser ermitaño en su cuerpo.
Retirarme allí a donde sólo me preocupase alimentarme de su boca. Porque
Carolina detenía el tiempo y lo aceleraba. Porque Carolina siempre
llegaba demasiado tarde, aunque llegase antes de lo acordado. Y sucedió
como suceden las cosas que no se improvisan, con esa magia que tiene lo
inolvidable. Carolina llegó un lunes por la tarde, con una de esas
sonrisas que le dan un sentido a todo. Tenía pecas y el pelo rizado.
Tenía las piernas largas como trampolines. Y cuando Carolina fumaba,
cerraba los ojos, como si estuviese besando algún recuerdo. Yo me
quedaba mirándola, como cuando uno ve una estrella fugaz y pide un
deseo. “Acércate más, Carolina. Mírame, sonríe, dime que me echas de
menos”. Y cuando me abrazaba con todas sus fuerzas, como si quisiera
romperme, me iba arreglando. La tocaba. Lentamente la tocaba, mi mano
iba andando por su piel como cuando uno camina disfrutando de un
atardecer. Lentamente. Relamiendo cada centímetro como si estuviese
descubriendo un nuevo planeta. Y luego hacíamos el amor. Y lo
deshacíamos. Y lo volvíamos a hacer. Y así, porque no todas las rutinas
matan tanto.
Y
si... ¿Te casas conmigo? Quizá no ahora, quizá cuando hayas vivido lo
que tú llamas “libertad”, cuando hayas besado a medio mundo, cuando
hayas viajado con amigos y hayas bailado en las mejores fiestas, no te
pido que aceptes casarte ahora, pues quiero que seas “feliz”, estoy
dispuesto a esperarte la vida entera hasta que estes cansada, cansada de
tu vida tan loca y absurda, cuando quieras que alguien te abrace y te
tome de la mano frente al mar, cuando quieras viajar a países y conocer
las diferentes vistas desde los puntos más altos, cuando quieras que
alguien te mire y te diga lo bella que te ves, cuando quieras casarte yo
seré feliz y te prometo que haré hasta lo imposible porque lo que vives
ahora sólo sea el inicio de tu felicidad.
domingo, 23 de marzo de 2014
jueves, 20 de marzo de 2014
Uriel Ledesma.
No todo lo que te cubre es noche;
a veces son mis sombras espiándote,
a veces es tinta sobrante,
no todo lo que te cubre es noche,
a veces soy yo, esperándote.
miércoles, 19 de marzo de 2014
lunes, 10 de marzo de 2014
Ernesto Sábato.
Creo en los cafés, en el diálogo, creo en la dignidad de las personas, en la libertad. Siento nostalgia, casi ansiedad de un Infinito, pero humano, a nuestra medida.
"En las cimas de la desesperación" de Emil Cioran.
Solamente son felices quienes no piensan nunca, es decir, quienes no piensan más que lo estrictamente necesario para sobrevivir. El pensamiento verdadero se parece a un demonio que perturba los orígenes de la vida, o a una enfermedad que ataca sus raíces mismas. Pensar continuamente, plantearnos problemas capitales a cada momento y experimentar una duda permanente respecto a nuestro destino; estar cansado de vivir, agotado hasta lo inimaginable a causa de nuestros propios pensamientos y de nuestra propia existencia; dejar tras de sí una estela de sangre y de humo como símbolo del drama y de la muerte de nuestro ser —equivale a ser desgraciado hasta el punto de que el problema del pensamiento nos da ganas de vomitar y la reflexión nos parece una condena.
Jaime Sabines.
¿Qué puedo hacer, Tarumba,
si no soy santo, ni héroe, ni bandido,
ni adorador del arte,
ni boticario,
ni rebelde?
¿Qué puedo hacer si puedo hacerlo todo
y no tengo ganas sino de mirar y mirar?
si no soy santo, ni héroe, ni bandido,
ni adorador del arte,
ni boticario,
ni rebelde?
¿Qué puedo hacer si puedo hacerlo todo
y no tengo ganas sino de mirar y mirar?
Neil deGrasse Tyson.
Pasamos el primer año de la vida de un niño enseñándole a caminar y escribir,
y el resto de su vida a guardar silencio y sentarse.
Algo no funciona bien.
Jaime Jaramillo Escobar.
Me han dicho
—a modo de crítica—
que vivo en la luna.
Les he dicho
—a modo de crítica—
que viven en la Tierra.
sábado, 8 de marzo de 2014
Le conté a un pajarito, Denise Márquez.
A veces no sé cómo conversar contigo, es como invitarte a tomar un café y no tener siquiera agua caliente, además de que no me gusta el café.
Charles Bukowski.
Me levanté y fui hacia el jodido cuarto de baño. Odiaba mirarme en aquel espejo pero lo hice. Ví depresión y derrota. Unas bolsas oscuras debajo de mis ojos. Ojitos cobardes, los ojos de un roedor atrapado por un jodido gato.
Aleteo con las manos en el agua.
Hace mucho, mucho tiempo donde antes pasaba un río existió una
extraordinaria montaña que tenía un ojo en el centro de su corazón.
Desde el ojo, que parecía de piedra caían letras de agua, pero nadie
las entendía si algo decía hasta que nació un niño callado, que
aprendió a caminar al borde mismo del río, entre filas incontables de
sauces y se dedicó a observar.
Carlos Spes.
Me enamoré de una mujer que no solía arreglarse como
si tuviera una fiesta a diario. No, fue diferente. Me enamoré de una
mujer que no suele importarle qué tan arreglada está, de ese tipo de
mujeres que prefiere media hora de sueño antes que media hora de
rituales inservibles; de ese tipo de mujeres que cuando le dices que son
hermosas, no te cree. Fue extraño, (si se le puede decir así), ver tanta
belleza, tanto orden que desestabilizó mis desorden. Sus destinos
vencieron mis casualidades. Sus haz terminaron con mis yo nunca.
Me enamoré de una mujer que no solía arreglarse demasiado, y la veía jodidamente hermosa de todos modos. Lo hice porque me gusta ese pequeño segundo en el que mi corazón deja de latir y revive, como si de una resucitación se tratase , cuando es un día especial la veo con un vestido de noche, maquillada y esperando mi urgente arribo.
Me enamoré de una mujer que no solía arreglarse demasiado, y la veía jodidamente hermosa de todos modos. Lo hice porque me gusta ese pequeño segundo en el que mi corazón deja de latir y revive, como si de una resucitación se tratase , cuando es un día especial la veo con un vestido de noche, maquillada y esperando mi urgente arribo.
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