Me da igual estar a hostias con el mundo si estoy contigo a besos.
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viernes, 28 de febrero de 2014
domingo, 23 de febrero de 2014
Isabel Allende.
Memoria selectiva para recordar lo bueno, prudencia lógica para no arruinar lo presente y optimismo desafiante para encarar el futuro.
Hollywood, Charles Bukowski.
A mí cada vez que alguien me hablaba me entraban ganas de tirarme por la ventana o de escapar en el ascensor. La gente, simplemente, no me resultaba interesante. Quizá no tenía por qué serlo. Pero los animales, los pájaros, incluso los insectos lo eran. No podía entenderlo.
Jaime Sabines, cartas a Chepita.
Hay muchas horas así, en que lloraría por tenerte conmigo. Le entra a uno un desprecio de las gentes y de la vida, atroz, gradual, insoportable. No se sabe qué hacer. Y luego viene una carta que dice: “espera”. Y uno se dice a sí mismo: espera, no hay más.
Jaime S.
Perdóname porque te quiero así, perdóname porque este amor me mata, porque este amor te matará diariamente a mi lado, perdóname porque estarás conmigo todos los días de mi vida, porque no te dejaré nunca, porque seré tu castigo y tu culpa.
J.S.
Tengo que escribirte estas cosas cuando quisiera no escribirte ni decirte nada, sino abrazarte y besarte en silencio, y mirarte, y sentirte a mi lado y estar juntos sin más, así, todo el tiempo.
J. Sabines.
Amiga, óyeme, hay algo más allá de nuestros actos, atrás de nuestros gestos, en el fondo de nuestras palabras. Se llama silencio, olvido, cosas no dichas, intocables. Allá te tengo. Allí eres mía de siempre; irrevocable como un destino, dada como una voz y un juramento.
M. Benedetti.
Y no era el famoso llanto de felicidad. Era ese llanto que sobreviene cuando uno se siente opacamente desgraciado. Cuando alguien se siente brillantemente desgraciado, entonces sí vale la pena llorar con acompañamiento de temblores, convulsiones, y, sobre todo, con público.
Baruch Spinoza.
No me arrepiento de nada. El que se arrepiente de lo que ha hecho es doblemente miserable.
Jaime Sabines, Cartas a Chepita.
Guárdame siempre un pedazo de tu alma. Multiplícate. Que la mirada de tus ojos hoy no sea la de ayer - y que siga siendo tu mirada. Que en tus labios haya palabras nuevas cada vez, para decir la misma cosa. Que tú - ¿ya ves? - que toda tú seas la misma siempre, pero distinta a cada hora.
El Principito - Antoine de Saint-Exupéry.
Para mí no eres todavía más que una persona
semejante a cien mil personas. Y no te necesito.
Y tú tampoco me necesitas.
No soy para ti más que una persona, semejante
a cien mil personas. Pero, si me conoces, tendremos
necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti única en el mundo.
Es olvido. Nicanor Parra.
No negaré, eso sí,
que me gustaba
Su inmaterial y vaga compañía
Que era como el espíritu sereno
Que a las flores domésticas anima.
Yo no puedo ocultar de ningún modo
La importancia que tuvo su sonrisa
Ni desvirtuar el favorable influjo
Que hasta en las mismas piedras ejercía.
Agreguemos, aun, que de la noche
Fueron sus ojos fuente fidedigna.
Su inmaterial y vaga compañía
Que era como el espíritu sereno
Que a las flores domésticas anima.
Yo no puedo ocultar de ningún modo
La importancia que tuvo su sonrisa
Ni desvirtuar el favorable influjo
Que hasta en las mismas piedras ejercía.
Agreguemos, aun, que de la noche
Fueron sus ojos fuente fidedigna.
M.B.
Se durmieron poco a poco, despertándose o semidespertándose sólo para sentirse confortados con la piel del otro, como si el simple tacto los pusiera a salvo de toda desgracia.
martes, 18 de febrero de 2014
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lunes, 17 de febrero de 2014
Hugo Mújica.
Duelen los ojos de soñar tan a lo lejos
la frente de pensar
lo impensable de tanta vida
que no he abrazado,
tanta deuda de lo que no he nacido.
la frente de pensar
lo impensable de tanta vida
que no he abrazado,
tanta deuda de lo que no he nacido.
Fragmento de La extranjera por Dulce María Loynaz.
No era bueno quererla…
Adormecía con su voz lejana,
con sus palabras quietas
que caían sin ruido, semejantes
a escarcha ligera
de marzo en las primeras
rosas, sin deshojar
los pétalos...
Adormecía con su voz lejana,
con sus palabras quietas
que caían sin ruido, semejantes
a escarcha ligera
de marzo en las primeras
rosas, sin deshojar
los pétalos...
Pablo Benavente.
Está claro que los que dicen que el frío sólo es ausencia de calor no han tenido el placer de desconocerte.
La sanación definitiva, Gustavo Weisberger.
No sé que hacer y entonces voy a la biblioteca
y agarro un libro cualquiera
y agarro un libro cualquiera
y lo abro en una página cualquiera y leo:
“el corazón está en su sitio y duele.”
Aspirante e impelente.
Dicen que el corazón,
es una bomba aspirante e impelente,
y que su frecuencia puede ser alterada,
por influencias nerviosas u hormonales.
Yo os digo que mi corazón sólo no palpita,
noto como se para entre beso y beso,
como traquetea en cruces de miradas,
como se desboca ante tus susurros al aire.
Yo os digo que mi corazón,
palpita por tus traviesos amaneceres,
late por tus pensamientos silentes,
y tus ausencias le producen arritmia.
Yo os digo que mi corazón,
se escapa entre mis costillas,
cuando me dices a horcajadas,
que eres mío con garantías.
Quiero un roce, Erika Boté.
Quiero verte,
tenerte de frente.
Verte a los ojos
y estremecerme.
Que sin tocarte me pongas nerviosa
y que al tocarte sientas mis nervios
por mis manos temblorosas.
Quiero besarte,
ver tus lunares -tus más lindos tatuajes-.
Susurrarte lo que siento por ti
y todo lo que me haces sentir.
Quiero verte,
quiero un roce.
tenerte de frente.
Verte a los ojos
y estremecerme.
Que sin tocarte me pongas nerviosa
y que al tocarte sientas mis nervios
por mis manos temblorosas.
Quiero besarte,
ver tus lunares -tus más lindos tatuajes-.
Susurrarte lo que siento por ti
y todo lo que me haces sentir.
Quiero verte,
quiero un roce.
martes, 11 de febrero de 2014
Cortázar.
Y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie, delante de ti, con una flor amarilla en la mano, y tú sostenías dos velas verdes, y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro.
Facundo Cabral.
Te quiero de pie, tendida, dormida y despierta. Te quiero a la una, a las dos, a las tres y a las siempre.
Orgullo y prejuicio. Jane Austen.
A veces es malo ser tan reservada. Si una mujer disimula su afecto al objeto del mismo, puede perder la oportunidad de conquistarle; y entonces es un pobre consuelo pensar que los demás están en la misma ignorancia. Hay tanto de gratitud y vanidad en casi todos, los cariños, que no es nada conveniente dejarlos a la deriva. Normalmente todos empezamos por una ligera preferencia, y eso sí puede ser simplemente porque sí, sin motivo; pero hay muy pocos que tengan tanto corazón como para enamorarse sin haber sido estimulados. En nueve de cada diez casos, una mujer debe mostrar más cariño del que siente…
Charles Bukowski.
Existen cosas peores que
estar solo
pero a menudo lleva décadas
darse cuenta
y la mayoría de las veces
cuando lo haces
es demasiado tarde
y no hay nada más terrible
que
demasiado tarde.
After Dark, Haruki Murakami.
Pero lo que para una persona puede ser una distancia prudencial, para otra puede ser un abismo.
Emil Michel Cioran.
Usted puede ser tan pesimista, o en su defecto,
tan existencialista como quiera. Sin embargo, también se ha enamorado.
Como cualquier idiota.
Jaime Sabines.
Yo me multiplico incansablemente. Estreno manos y bocas todos los días, cambio de piel, de ojos y de lengua, y me pongo un alma cada vez que es preciso.
Alejandra Pizarnik.
A veces también se me acaban las sonrisas para ti, a veces también se me acaban las ganas de escribirte. Pero te quiero, ojalá lo entiendas, siempre te quiero, pero a veces mis abrazos no tienen calor y mi boca no sabe que decir… Pero te quiero, siempre te quiero, cuando no te convengo, cuando no me soportas, cuando te odio, te quiero.
Eduardo Lago.
Siempre nos llevamos un pedazo de las cosas, de
los lugares, de la gente. Son fragmentos, jirones de seres que se nos
quedan incrustados dentro, como esquirlas. Y a veces duele, a veces
duele mucho…
El perseguidor. Julio Cortázar.
Lo que pasa es que se creen sabios. Se creen sabios porque han juntado un montón de libros y se los han comido. Me da risa, porque en realidad son buenos muchachos y viven convencidos de que lo que estudian y lo que hacen son cosas muy difíciles y profundas. En el circo es igual, Bruno, y entre nosotros es igual. La gente se figura que algunas cosas son el colmo de la dificultad, y por eso aplauden a los trapecistas, o a mí. Yo no sé qué se imaginan, que uno se está haciendo pedazos para tocar bien, o que el trapecista se rompe los tendones cada que da un salto. En realidad las cosas verdaderamente difíciles son otras tan distintas, todo lo que la gente cree poder hacer a cada momento. Mirar, por ejemplo, o comprender a un perro o a un gato. Ésas son las dificultades, las grandes dificultades.
lunes, 10 de febrero de 2014
José Saramago.
Quizás te diga un día que dejé de quererte, aunque siga queriéndote más allá de la muerte y acaso no comprendas en esa despedida, que, aunque el amor nos une, nos separa la vida.
J. Cortázar.
Siempre quejándote de todo, y a la vez fingiendo no darle importancia a nada. Vives de esperanzas, pero ni sabes qué esperas.
Federico Moccia.
Tenemos la mala costumbre de querer a medias, de no mostrar lo que sentimos a los que están cerca, tenemos la mala costumbre de echar en falta lo que amamos solo cuando lo perdemos es cuando añoramos. Tenemos la mala costumbre de perder el tiempo, buscando tantas metas falsas, tantos falsos sueños. Tenemos la mala costumbre de no apreciar lo que de verdad importa..
Haddy.
Sentirse solo es lo que se siente cuando no confías en nadie tanto como para contarle todos tus miedos, eso es sentirse solo. Yo lo estoy.
Sal con una chica que lee.
Si te llegas a encontrar una chica que lee mantenla cerca, y cuando a las dos de la mañana la pilles llorando y abrazando el libro contra su pecho, prepárale una taza de té y consiéntela. Es probable que la pierdas durante un par de horas pero siempre va a regresar a ti. Hablará de los protagonistas del libro como si fueran reales y es que, por un tiempo, siempre lo son.
Jorge Luis Borges. El enamorado.
Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres. Tú, mi desventura
y mi ventura, inagotable y pura.
Roberto Rocha.
Siempre es bueno limpiar los dolores con lágrimas. Después de todo, no existe mejor manera; no hay otra manera.
Conversaciones nocturnas con mi golondrina.
Si algún día muero,
quédate con todos mis libros.
Serán solo tuyos
y yo estaré en cada página,
en cada palabra que no alcancé a decirte.
Alejandra Pizarnik.
Qué fácil callar, ser serena y objetiva con los seres que no me interesan verdaderamente, a cuyo amor o amistad no aspiro. Soy entonces calma, cautelosa, perfecta dueña de mí misma. Pero con los poquísimos seres que me interesan. Allí está la cuestión absurda: soy una convulsión.
Jaime Sabines, cartas a Chepita (8 de junio, 1951).
Cuando regreso al cuarto estoy más solo, siento que me falta algo, que no he vivido enteramente, que no estás tú.
Malcolm Lowry.
El deseo de escribir es una enfermedad como cualquier otra; y lo que uno escribe, si ha de ser algo bueno, debe estar profundamente arraigado en una especie de originalidad. Allí es donde me doy por vencido. Yo soy tan incapaz de crear como de volar.
(Nota al pie de una carta escrita por el Subcomandante Marcos al escritor Eduardo Galeano).
(…) Salude usted de mi parte, si lo ve, al tal Benedetti. Dígale usted, por favor, que sus letras, puestas por mi boca en el oído de una mujer, arrancaron alguna vez un suspiro como esos que echan a andar a la humanidad entera.
J. Sabines.
Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco…
Bernabé Córdova.
¿Quien se enamoraría de mi tristeza, de mis
contradicciones, de mi burla hacia mí mismo? Espero que un día la
respuesta llegue hermosamente, cuando no quiera saberla…
Espero curarme de ti, Jaime Sabines.
En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego.
Jaime Sabines, cartas a Chepita (agosto 21, 1949).
Y ahora yo me siento más tranquilo y justo, y contento de ser enteramente tuyo. Todos me han dejado solo, como para darme cuenta de ello; y se ha apartado el mundo y los trastornos suyos como para dejarnos a ti y a mí querernos en paz.
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