Han sido días tristes, soledad. Días en los que he dejado de soñar. Días grises. Días sin luz -sin su luz-. El cielo ha estado llorando, quizás también tiene roto el corazón.
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jueves, 30 de octubre de 2014
miércoles, 29 de octubre de 2014
Oliverio Girondo, «Nocturno»
Noches en las que desearíamos que nos pasaran la mano por el lomo, y en las que súbitamente se comprende que no hay ternura comparable a la de acariciar algo que duerme.
Cuando vio que me alejaba corrió detrás de mí y en un intento desesperado por retenerme, preguntó “¿qué quieres que haga?” Yo no dije nada, sólo me alejé, tal como él lo había hecho siempre. ¿Qué quería? ¡Él sabía perfectamente lo que yo quería! Quería sentirme amada, quería las canciones románticas, las rosas rojas, las llamadas inesperadas, las fotos, las cartas, la cursilería; quería su atención, que me demostrara que me amaba y no que sólo lo escribiera al despedirse de mí. ¿Por qué tendría que pedirle que lo hiciera? El amor cuando se siente se demuestra, se grita al mundo, se cultiva con pequeños detalles cada día. Yo no quería pedirle amor, jamás lo haría, y nadie debería tener que hacerlo.
Fernando Bermúdez.
Oye ven te necesito, no importa el pasado, ni el presente, ni el futuro, importa lo nuestro, importan tus labios, me importan tus ojos, me importas nada mas que tú.
Tatiana C.
Si cada discusión comenzara y finalizara con besos y caricias, sería un placer discutir contigo toda la vida.
lunes, 27 de octubre de 2014
sábado, 25 de octubre de 2014
Natalia Litvinova (abedul).
Caminaba entre los abedules del bosque.
La oscuridad se veía blanca y jugosa.
El musgo en forma de lenguas me acariciaba la piel.
Así perdí mi inocencia.
Jaime Sabines, Cartas a Chepita (junio 4, 1948).
Te digo que te quiero
te repito que estás en mí como yo mismo
te confieso otra vez que estoy enfermo de ti
que me eres necesaria como un vicio tremendo
imprescindible, exacta, insoportable.
Y eres mi salud, mi fortaleza, mi canto puro, mi alma
intacta.
Devengo ser en ti. Soy cosa, cielo, infierno, tabú,
divinidad. Soy en ti lo contradictorio y lo simple.
La última esencia,
el uno, la realidad.
Declaración de Contradicciones.
El amor que yo siento por ti no creció en proporciones habituales, ¡yo ni siquiera sabia que me estaba enamorando!
Fue lento, sigiloso, fue encontrando escondites en mi para ocultarse, fue poquito a poquito conquistando áreas pequeñas las cuales al final, fueron las bases de una invasión exitosa. Mi amor por ti me agarro desprevenida pues estaba manejando yo cuando de pronto me di cuenta que tenia dos días seguidos pensando en ti, sin ninguna clase de descanso -pero no es como que yo hubiera querido o necesitaba uno-. Y esos dos días se alargaron a dos meses y así paso el tiempo. No es como las invasiones, donde siempre corren rumores, donde algunos se preparan para el ataque. A mi me agarro contando margaritas y así quede contándolas pensando en ti. Un maldito sigiloso al que amo con mi alma.
Dasy.
Dicen que el corazón es solo un órgano del cuerpo humano y que es estúpido decir, “te amo con el corazón” pero yo opinó que están equivocados, porque a mí me ocurre algo diferente cuando estoy con usted.
Yair González.
El amor más tentador que existe es el que la muerte ofrece, no pide mucho a cambio, sólo tu vida. El amor más puro que existe es el que produce el deseo de dormir y despertar con alguien específico, es a esa persona a quién le entregamos la vida pues es junto a ella con quién queremos vivirla.
Octavo Paz.
Cada poema es único. En cada obra late, con mayor o menor grado, toda la poesía. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: ya lo lleva dentro.
Alba Alessi.
Yo te busco en cada rostro que veo pasar.
Busco esa mirada
Que sin siquiera intentarlo me hizo suspirar.
Busco esos ojos verdes,
Esos que jamás podré olvidar.
Pero es que los he buscado tanto,
que a veces me da miedo
Aceptar que tal vez
Nunca más los volveré a encontrar.
miércoles, 22 de octubre de 2014
No sabes cómo me siento -me decía
Lo sé -le dije
¡No!, ¡no! no lo sabes... -me dijo
Hubo un silencio en el que se encontraron nuestras miradas.
Finalmente hablé: Sí, sí, ¡sí lo sé! Sé lo que se siente que esta vida de mierda te destroce poco a poco sin siquiera advertirte.
Entonces comenzó a llorar, y finalmente entendió que mi dolor era mucho más grande que el suyo…
La bibliotecaria de Auschwitz, Antonio G. Iturbe.
Los valientes son los que son capaces de sobreponerse a su propio miedo. Tú eres de ésas. ¿Cómo te llamas?
Benjamín Griss.
¿No tienes la sensación de estar colgando de un hilo que está a punto de romperse y de caer al terrible instante de no tener a nadie a quien sujetar de la mano cuando tienes miedo? A ese lugar al que nadie le gusta ir, porque después se les dificulta la salida. ¿No tienes la sensación de estar llegando a destiempo para coger los trenes que posiblemente te lleven a visitar lugares lejanos y de estar llegando tarde a la vida de los demás? Y si lo peor que te puede pasar es querer huir y hacerlo de la única manera en que puedes: hacia dentro. Refugiándote en ti mismo y no saber salir a tiempo para ver los atardeceres de los cuales tanto habías soñado desde que tienes memoria. Entre más corres, más te encierras en ti. Quizás esa sea la razón por la cual tienes miedo de salir y correr en medio de la tempestad. Y si lo peor que te puede pasar es no querer intentarlo, porque las veces anteriores no han funcionado y saliste malherido, desangrándote por las grietas que causaron el tiempo y sus irregularidades. Ya no sabes llegar a ningún sitio, ya no sabes querer a alguien por tiempo indefinido, ya no sabes lo que es desear que pasen cosas. Tus pies sólo saben caminar en círculos. Y si lo peor que te puede pasar es encontrar un hogar en cuatro paredes y no en alguien. ¿Y si el dolor de cabeza es producido por la presencia de todos los recuerdos en un mismo día? ¿Y si la peor muerte no es aquella donde te falta el oxígeno, sino aquella en la que alguien te lo quita?
Supongo estarás bien. Por aquí todo igual. Aunque no te importe, cada vez me olvido más de ti.
Ya no te veo en cualquier cielo gris.
No todo fue malo, hubo un día en el que vi la primavera en tu boca. Cuando no mordía.
Ya nunca es verano. Eso te lo dejo a ti, que no te gusta la playa si no hay surfistas.
No cambio mi dolor por tu indiferencia, yo conocí el amor. Quizá un día me entiendas.
martes, 21 de octubre de 2014
M. Sierra Villanueva.
Había veces que me gustaba regresar, sólo para volver a sentir ese vértigo que da el recorrer caminos transitados y llenos de recuerdos.
Pandemonium.
Eso es lo que hace el odio. Te alimenta y al mismo tiempo te va pudriendo. Es duro, profundo y afilado, un sistema que bloquea. Es completo y lo abarca todo.
viernes, 17 de octubre de 2014
Juan Rulfo, Pedro Páramo. (1955)
La madrugada fue apagando mis recuerdos.
Oía de vez en cuando el sonido de las palabras, y notaba la diferencia. Porque las palabras que había oído hasta entonces, hasta entonces lo supe, no tenían ningún sonido, no sonaban; se sentían; pero sin sonido, como las que se oyen durante los sueños.
Luis Ramiro.
Los poemas que te escribo son habitaciones cerradas,
casas medio derruidas,
historias que nunca van a ninguna parte,
paisajes de ciudades muertas,
fotografías de televisores apagados.
Y todo por un motivo:
Son otros los que los leen.
Cuando lo hagas tú, créeme,
mis poemas serán siempre
balcones con vistas al mar.
jueves, 16 de octubre de 2014
lunes, 13 de octubre de 2014
sábado, 11 de octubre de 2014
Del león y la niña.
La niña de mirada pura, con imaginación tanto disparatada como perversa bien hubiera podido contener la ferocidad de un león que se devora el universo, pero el instinto de su edad, que era la edad de una humanidad ya acabada, la obligaba a quedarse aburrida jugando videojuegos mientras la ultima estrella de esa noche caía.
La luz de Candela.
—Te voy a querer siempre.
—¿Eso no es demasiado?
—Tienes razón. Te querré casi siempre
toda la vida, pero no todo el tiempo.
Monica Carrillo.
Tengo una duda
y tú no has sido
El frío, la noche
a veces nos busca
Los pasos, la huella
Tengo una duda
¿por qué no?
Conmigo
Nuestra relación era rutinaria, nos veíamos cuando nuestros trenes cruzaban; así de intensa y efímera, pero siempre puntual y excitante. No era necesario conversar pues nuestras miradas conversaban entre sí. Decidimos continuar así hasta que el destino nos colocara en el mismo vagón para así explorarnos y descubrirnos de estación en estación.
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