Seguidores

martes, 5 de noviembre de 2013

Karmelo C. Iribarren

Y al final, uno, qué remedio,
acaba aceptando que es así,
asume el fracaso,
se mira en el espejo y se da risa
(o llora, pero muy bajo),
se dice que la vida..., en fin,
que no hay nada que hacer, 
y ni siquiera se queja, para qué.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu aportación...