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domingo, 27 de abril de 2014

E. Mitre.

Admito que las calles se han vuelto un poco más tristes desde que dejamos de caminar juntos. Parece que los árboles se han quedado sin hojas y que el viento siempre corre en nuestra contra —o en la mía—. El silencio entre la gente se ha tornado insoportable y las aves ya no cantan con la misma intensidad. No puedo negarlo, porque el amor cuando es y luego renuncia a ser, deja estragos aparentes.

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