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sábado, 28 de diciembre de 2013

Y aunque la muerte me coquetee,
invitándome a su eterna morada,
haciendo de mis caminos, caminos
muy angostos y filosos como navajas,
¡yo! yo seguiré creyendo en el amor;
seguiré creyendo en lo divino que
es vivir sus vértigos en distintas alturas,
como la emocionante falta de aire,
cuando te hundes en sus aguas profundas.
Creo en el amor,
aun cuando
la muerte
en su coquetería,
afirme que en sus abismos
o precipicios, él se encontraría.

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