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miércoles, 9 de enero de 2013

Entre sábanas, clavículas, y otras esdrújulas.


Esta noche, quiero que te cueles en mi cama y seas cada palabra que susurre a la almohada, quiero que seas poesía, un libro antiguo con una dedicatoria mágica.
Esta noche, serás mi palabra aguda, empezando por la tentación y acabando por la atracción fatal de tu piel, cuando la eriza una canción. Serás mi sed, mi sol, serás mi primera vez un día de Octubre.
Serás mi prohibida constelación.
Esta noche, serás mi palabra llana, serás mi aire, mi agua y mi fuego, serás el morbo que caliente mis ganas, cuando no nos quede nada. Serás mi delirio de una noche sin Luna, serás cada lunar de mi espalda formando el mapa que te lleve a mi cuerpo.
Serás mi palabra esdrújula, mi éxtasis, mi clavícula. Mi mayor pecado sin despertador que lo interrumpa. Soñaré toda la noche bajo las sábanas de tu pelo, bailaremos al son de una canción que nadie, jamás, podrá tocar.
Esta noche, quiero que seas mi libro preferido, el que abandoné en aquella Feria como símbolo del mayor crimen pasional que jamás he cometido. El dolor que nos provocamos debería estar castigado con la peor condena, una con la que ni tu ni yo pudiésemos volver a tocar el cielo.
Pero esta noche, no habrá distinción entre el cielo y el infierno, quédate conmigo y te lo demuestro.
Porque voy a convertirte en una fotografía desgastada con los besos que nunca me dejaste dar. Voy a congelar tu frialdad haciendo de tus manos la mejor pluma con la que escribir en mi espalda.
Déjame soñarte cinco minutos más, esta noche prometo alcanzar tu piel.
Déjame pensar que tu nombre es la mezcla de todas mis letras preferidas. Mi delirio de media noche, mis ganas dejar a un lado las palabras bonitas para llevarte a mi cama y dejar de ser romántica.
Hacerte pecar una y otra vez en las ideas más ocultas que pueda imaginarse tu razón. Hacer el (des)amor y fingir que nos querremos para toda la vida.
Mañana saldremos por la ventana, tu y yo, pero separados. Sin mentiras, ni despedidas, sabes que siempre las he odiado. Huiremos del campo de batalla como responsables de haber provocado la guerra.
Mañana volveremos a nuestro estado original. A soñar con las palabras y a jugar con los papeles. A inventarnos acordes que describan con todo detalle el devastador estado en que nos dejamos.
Mañana, serás tú, y nadie más, mis palabras favoritas entre tantas otras, serás mi aguda, mi llana y mi esdrújula.
Pero esta noche, tus manos no escribirán ninguna, esta noche, tus manos tendrán que hacer exactamente lo que las mías les digan.

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