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sábado, 5 de julio de 2014

La mujer que llegaba a las seis - Gabriel García Márquez.

—Te quiero tanto que no me acostaría contigo —dijo.
Luego caminó hacia donde ella estaba. Se quedó mirándola de frente, los poderosos brazos apoyados en el mostrador, delante de ella, mirándola a los ojos. Dijo:
—Te quiero tanto que todas las tardes mataría al hombre que se va contigo.
En el primer instante la mujer pareció perpleja. Después miró al hombre con atención, con una ondulante expresión de compasión y burla. Después guardó un breve silencio, desconcertada. Y después rió, estrepitosamente.
—Estás celoso, José. ¡Qué rico, estás celoso!

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