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lunes, 6 de abril de 2015

Escrito en el cementerio de Middleton, en Sussex.

Presionado por la luna, muda centinela de las mareas,
Mientras el ruidoso equinoccio su poder combina,
El mar excede los límites de su dominio
Sobre la tierra que tímidamente se retrae.
La ráfaga salvaje, levantándose de su cueva occidental,
Expulsa las enormes olas de su lecho;
Lágrimas de tumbas herbosas, de aldeas muertas,
Quebrando el silencioso sabbath del sepulcro.
Con algas y caracoles mezcló, en la costa,
Sus huesos blancos sobre la marea constante,
Pero en vano los vientos rugen y las aguas atronan;
Ellos están sordos al clamor de los elementos:
Así como yo estoy condenada
Por la opresión interminable de esta vida tormentosa,
A mirar fijamente, con envidia, su descanso sombrío. 

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