Usted no sabe lo bonito que se escucha
su nombre al pronunciarle,
que lleva un subjuntivo de pájaros sonrientes,
y no sabe de la dicha de poder articularle
entre los infinitivos: dulzura y sentimiento.
Usted no sabe, quizá lo intuye,
que confundo su nombre al escribirlo.
Y lo confundo de modo tal
que al deletrearlo es dulce y más preciso,
y suena a algo que reclama
las letras propias del cariño:
un futuro donde yo la necesito.
Quizá no sabe que su nombre
significa un deseo por demás reiterativo:
que usted diga conmigo: “Igual, lo necesito”.
Y al decirlo, sea yo quien a su nombre intensifique,
porque, que bonito se pronuncia
su nombre al decirlo: “La quiero”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu aportación...