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sábado, 16 de junio de 2012

Podrías haber desafiado al peligro y decidido quedarte.
O podrías no haber ido nunca.
Te habrías evitado la lluvia, la maldita lluvia que se empeña en enmarcar los momentos más tristes de tu vida.
No sufrirías esta noche tan negra.


Las gotas rebotan en los cristales de la ventana.
Y ella...
Podría no haberse fijado en ti cuando sabía que era mejor no hacerlo.
No sufriría esta noche de claridad intermitente y cruel.
La lluvia mansa y apacible se pega a los objetos y se desliza suavemente como las lágrimas, impregnando el ambiente de una contagiosa melancolía.

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