"En las cimas de la desesperación" de Emil Cioran.
Solamente son felices quienes no piensan nunca, es
decir, quienes no piensan más que lo estrictamente necesario para
sobrevivir. El pensamiento verdadero se parece a un demonio que perturba
los orígenes de la vida, o a una enfermedad que ataca sus raíces
mismas. Pensar continuamente, plantearnos problemas capitales a cada
momento y experimentar una duda permanente respecto a nuestro destino;
estar cansado de vivir, agotado hasta lo inimaginable a causa de
nuestros propios pensamientos y de nuestra propia existencia; dejar tras
de sí una estela de sangre y de humo como símbolo del drama y de la
muerte de nuestro ser —equivale a ser desgraciado hasta el punto de que
el problema del pensamiento nos da ganas de vomitar y la reflexión nos
parece una condena.
Este texto define exactamente como me siento aveces.
ResponderEliminarIgual que yo, me siento muy identificada.
EliminarMe alegra saber que los textos sirven para algo...
Un beso y gracias por comentar.
Te espero en otras entradas :)