Me enamoré de una mujer que no solía arreglarse como
si tuviera una fiesta a diario. No, fue diferente. Me enamoré de una
mujer que no suele importarle qué tan arreglada está, de ese tipo de
mujeres que prefiere media hora de sueño antes que media hora de
rituales inservibles; de ese tipo de mujeres que cuando le dices que son
hermosas, no te cree. Fue extraño, (si se le puede decir así), ver tanta
belleza, tanto orden que desestabilizó mis desorden. Sus destinos
vencieron mis casualidades. Sus haz terminaron con mis yo nunca.
Me enamoré de una mujer que no solía arreglarse demasiado, y la veía jodidamente hermosa de todos modos. Lo hice porque me gusta ese pequeño segundo en el que mi corazón deja de latir y revive, como si de una resucitación se tratase , cuando es un día especial la veo con un vestido de noche, maquillada y esperando mi urgente arribo.
Me enamoré de una mujer que no solía arreglarse demasiado, y la veía jodidamente hermosa de todos modos. Lo hice porque me gusta ese pequeño segundo en el que mi corazón deja de latir y revive, como si de una resucitación se tratase , cuando es un día especial la veo con un vestido de noche, maquillada y esperando mi urgente arribo.
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