Hace mucho, mucho tiempo donde antes pasaba un río existió una
extraordinaria montaña que tenía un ojo en el centro de su corazón.
Desde el ojo, que parecía de piedra caían letras de agua, pero nadie
las entendía si algo decía hasta que nació un niño callado, que
aprendió a caminar al borde mismo del río, entre filas incontables de
sauces y se dedicó a observar.
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