Carlos Chávez Toro.
Se comienza a hacer el amor con la mirada y la voz. Y cuando esto
resulta insuficiente, se continúa con cada una de las neuronas, con cada
nervio, con cada arteria, con el calor de los labios, con la ternura de
las yemas de los dedos, con la ansiedad de las uñas, con la humedad
cristalina de la punta de la lengua y, finalmente, se hace el amor con
cada trozo de recuerdo, con cada sístole del corazón, con cada diástole,
con cada frustración y deseo.
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