Lo trágico es que no sabemos ser realmente libres:
exigimos una libertad que va en detrimento de los demás y no estamos
dispuestos a prescindir de algo en nuestro bien de los demás,
viendo en
ello una disminución de nuestros derechos y libertades personales.
A
todos nos caracteriza hoy un egoísmo francamente increíble.
Pero ahí no
está la libertad. Libertad significa aprender por fin a no exigir nada
de la vida o de los demás hombres, sino sólo de nosotros.
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