Teresa Wilms Montt.
Las mujeres somos vehementes, y por eso
inconstantes. El hombre es mil veces mejor organizado; ellos esperan.
Cuando un ser femenino desea una cosa; vive, agoniza, muere por
conseguirla. Y en su cabeza no hay otro pensamiento. Cuando lo consiguen,
viene, casi inmediatamente, el hastío y el desencanto. Nosotras somos
locas insaciables de ideales, y uno tras otro, sin descanso ni tregua
hasta que la vejez pone término al fuego de la imaginación y de la
fantasía…
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