Juan Rulfo.
No me canso de decir que es ella una cosa muy
preciosa, más cada día que pasa; cada hora y cada momento te haces más
hermosa para mí. Sí, yo también a veces tengo esas mismas ganas que tú
de irme a algún cerro escondido y olvidarme del mundo; pero no solo,
sino contigo, y ser entonces dueño de mi tiempo para poder dedicarme
sólo a ti y a nada más y sentir que tú eres el principio y el fin de
todas las cosas mías. Y de ese modo no estaría yo triste nunca. A veces,
cuando pienso en ti tengo la impresión de estar viendo el
mar y los árboles de los bosques. Pero me parece que este cuento ya te
lo he contado. Sin embargo, no dejo de pensar en eso, que en ti me
parece sentir el mar tal y como es y los bosques y los pájaros, y todas
esas cosas que me gustan están en ti, encerradas, porque yo las he visto
asomándose por tus ojos.
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