Yo no sé cuántas feromonas hay en una gota de sudor, en una gota de ti, en una gota de nosotros, pero calculo que suficientes para parar un tren. Con una ventaja: esa gota de sudor se puede oler y beber, o untar con el dedo sobre la piel, o contemplarla caer convertida en brillo sobre la lámpara.
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