Ya no me gusta escribir historias largas,
tampoco escribo finales felices,
prefiero los microcuentos,
aquéllos que duran apenas un suspiro,
lo mismo que un parpadeo;
aquéllos que no duelen tanto,
que no alimentan mi esperanza
en las historias eternas,
que no me dejan caer con las alas rotas.
Esas historias prefiero.
Finitas
Breves
Sinceras.
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