Beso esas manos. Esas manos que pasan de ser piel
joven a ser líneas de un mapa ya gastado, muy gastado. Beso cada línea y
cada vena. Beso cada intento de gloria y cada fracaso que han
soportado. Beso cada caricia que me han regalado y cada pedazo de
tristeza que guardan. Beso esas manos como lo único seguro que he
conocido siempre, como la casa y el techo, como el pan y las palabras de
aliento que me rescatan. Beso esas manos viejas sin pensar que algún
día me harán falta, qué falta me harán. Y las beso, porque no puedo
pedirles que se queden más.
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