Tuve que ser frío y cortante con ella, pero en el
fondo era un maldito sentimental que lloraba en el alma. Era un niño que
hacía berrinche por tener que afrontar a las consecuencias de haberse
alejado y perder lo que tanto quiso. Tuve que fingir firmeza y fui duro
con mis palabras. Fui fuerte e indomable por fuera, mientras me
derrumbaba por dentro, mostrándome a mí mismo que estaba equivocado, que
en realidad la quería. Le dije ‘adiós’, y lo que quería decirle era
‘te
amo’.
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