Renunciamos a lo que queremos por miedo,
por vergüenza, por imposibilidad...
Renunciamos porque sabemos que somos débiles, pero no queremos que lo sepan los demás.
Nos da pánico las debilidades.
Y sobretodo, nos da pánico que nos descifren.
Que nos abran en canal,
que nos perforen el alma y hagan tiras de ello.
Somos tan débiles que parecemos valientes.
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