Las palabras son así, disimulan mucho, se van
juntando unas con otras, parece como si no supieran adónde quieren ir, y
de pronto, por culpa de dos o tres o cuatro que salen de repente,
simples en sí mismas, y ya tenemos ahí la conmoción ascendiendo
irresistiblemente a la superficie de la piel y de los ojos.
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