Eres mía como una cosa sabida, como algo que no se
puede ignorar más. Y de este modo no tiene importancia la lejanía; sé
que estás lejos, pero me perteneces; sé que estás distante, pero eres
mía. Y, si bien es cierto que tu beso no reposa en los labios de la
tarde, tu mirada flota en los ojos de mi corazón y tu recuerdo brota en
el surtidor de la esperanza.
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