Te odio.
De esa manera que se odian
las cosas que amas a escondidas.
Y ayer te odié un poco menos que hoy.
Hoy me levanté con ganas.
Ganas de recibir tus mensajes e ignorarlos
y que tú me preguntes por qué lo hago.
Porque te odio. Mucho.
Hoy parece que te odie más que nunca.
Pero mañana será igual y pasado..., o no.
Quién sabe.
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