Tu mirada, tus ojos, tu vista cansada.
Y yo creía que era invencible...
Estás ahí, frente a mí,
sin hablar.
Al contrario,
hablas más de lo que creo.
Me ves, me descifras
y quieres que yo haga lo mismo contigo.
Porque te entiendo, sé que me pides que me quede
sin pedírmelo.
Conozco a tu orgullo.
Nunca nos hemos llevado bien.
Irónico, ¿no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu aportación...